La miraron sus ojos lentamente,
como se mira a un animal podrido
y con asco y un gesto repelente
se burlo de su cuerpo envejecido.
Sus cabellos lacios y canosos,
en sus ojos el desdén de un gesto hundido,
jorobado el cuerpo y encorvado el torso,
temblorosas sus manos y rugosas
y sus senos marchitos y vacíos.
Y lenta caminaba… Poco a poco…
Y en el bordón suavemente se apoyaba,
con inclemencia se burlaba el loco
sin saber el horror que lo esperaba.
Suavemente las sombras de la noche
descendieron sobre el campo adormecido
y suavemente su cuerpo jorobado
se lleno de vigor... Bello y erguido...
Sus senos marchitos y resecos
como frutas maduras se llenaron,
de esas mieles cargadas de embelesos,
y con lujuria los duendes la desearon.
Y se alzaron sus brazos hacia el cielo
y a los espíritus malignos invocaron
y temblaron las nubes con recelo
y de rayos los campos se colmaron.
¡Señor!.. ¡Amo y morador de las tinieblas!..
Espíritu amado de la noche sempiterna…
¡Con el poder que hay en mi yo te conjuro!..
Y te ofrezco mi amor para que vuelvas.
Y adornados con los rayos de la luna,
amor eterno con pasión juraron
y sobre un lecho de flores y de olivos
Lucifer y la bruja fornicaron.
amor eterno con pasión juraron
y sobre un lecho de flores y de olivos
Lucifer y la bruja fornicaron.
Y al mirar al hombre aquel
que se burlo,
al
que había seleccionado
su corazón de mujer apasionado,
herida en lo más hondo,
se vengó la bruja…
Y entre ella y Lucifer lo
destrozaron.
engarzada en su azada como un ramo,
la horrenda noche se perdió en la auroray volvieron las luces del verano.